Por Mauricio Jaramillo Mutis
Por estos días en los que el equipo del alma,
el Cúcuta Deportivo, cumple 90 años de existencia, pensé en contar mi
experiencia como hincha de un equipo sufrido pero grande.
En 1986, año en el que nací, mi cabeza no daba
para enamorarme de estos colores. Pero quienes estaban a mí alrededor sí
lograron que esto pasara, ya que diferentes familiares de lado y lado estuvieron
ligados muchas veces al equipo de fútbol de la tierra.
Así pues, aunque fue hasta los cuatro o cinco
años que empecé a saber que el Cúcuta Deportivo existía, siento que toda la
vida he llevado el rojinegro en la sangre por lo que este es un amor que jamás
va a morir.
Este es uno de los recuerdos más viejos que
tengo del equipo.
A lo largo de los años que he estado en la
tierra, he visto pasar al cuadro motilón por muchas épocas. Años en la B,
momentos inolvidables en la A y muchas escenas que uno quisiera como hincha
nunca recordar, pero que hacen parte de un archivo que llevo en el alma y que nunca
voy a olvidar. Para mí, el club siempre ha sido mucho más que sus jugadores y
directivos, por lo que poco me importan los resultados a la hora de ir detrás del
Doblemente Glorioso.
En el General Santander, que es como la casa de
los abuelos, he estado muchas veces. Algunas de ellas con tribunas llenas y
otras con graderías que asustan. Como en todo en la vida, los oportunistas
siempre han estado presentes y son ellos los que se matan por una boleta y una
camisa cuando vamos bien y los que se cambian de equipo y les da pena decir que
son hinchas del rojinegro cuando vamos mal.
Esa no es mi situación, ya que cada vez que
estoy en la ciudad, sin importar la posición en la tabla o la categoría o
torneo que juguemos, siempre soy el más orgulloso y disfruto en la tribuna como
si fuera el último partido. En realidad, no disfruto un juego por quienes estén
sentados en las gradas, sino por ver a mi equipo del alma.
Esta camisa es una de mis preferidas. Creo que
cualquiera que la ve recuerda esta época.
Esos que solo compraron la camiseta en la época
de la Libertadores y que solo asisten al estadio cuando estamos arriba, no
tienen mi respeto como hincha del fútbol. Por ellos, prefiero que el equipo
siga donde está pues es triste ver que cuando más apoyo necesitamos todos se
esconden y pasan a vestirse de rojo, azul o verde.
Espero que las cosas cambien y que el Cúcuta
vuelva a ser un equipo respetado en la A. Somos un cuadro tradicional y aunque
muchos no lo acepten en el país esa es la verdad, así que no podemos dejar solo
al equipo ahorita que lo necesita.
No solo tengo camisas, también boletas,
recortes de prensa, libros y revistas sobre el Cúcuta Deportivo.
Un saludo especial a todos los hinchas fieles
del club y a los no tan fieles también. Volvamos a hacer de nuestro equipo algo
grande. Esto no solo depende de los jugadores y los directivos, también depende
de nosotros así que pongámonos pilas para volver a hacer del General Santander
esa caldera rojinegra que durante muchos años fue.