Mí colección

jueves, 2 de enero de 2014

¡Todos somos culpables!

En los últimos meses, debido al descenso de dos equipos tradicionales de la primera división del fútbol profesional colombiano como lo son el Cúcuta Deportivo y el Deportes Quindío, se abrió un debate acerca del nivel del balompié nacional al que muchos dicen haberle perdido el interés. 

Es cierto, ya son muchos los clubes históricos, o por lo menos tradicionales, en la segunda división. América, Pereira, Bucaramanga, Cartagena, Unión Magdalena, Cortuluá, sumados a los dos descendidos del 2013, hacen que la A esté plagada de equipos nuevos y de menos renombre como La Equidad, Boyacá Chicó, Itagüí, Fortaleza, Alianza Petrolera, Patriotas y Uniautónoma. 

Debido a esto, hay quienes dicen que el nivel ha bajado y que la pasión por el fútbol se ha perdido en el país. Esto puede ser verdad, aunque hay que decir que con la calidad futbolística mostrada por los descendidos, la cosa sería igual así estos estuvieran disfrutando de la categoría suprema del FPC. 

Si analizamos en detalle qué es lo que ha corrido a la gente de los estadios y lo que ha generado la pérdida de fanatismo por el fútbol en Colombia, nos damos cuenta que nos son los equipos participantes sino las condiciones de una sociedad destruida por los malos valores y la falta de educación. 

En primera medida, lo que ha generado este triste desenlace ha sido la violencia en los estadios. El año que acaba de terminar dejó varios hinchas muertos a las afueras de los recintos deportivos y muchos incidentes dentro de ellos, que al final son la razón número uno para que las familias se hayan corrido de la fiesta del deporte más popular del planeta. 







(Estas imágenes son cada vez más comunes en el país. ¿Quién va a querer que su hijo o familiar vaya a un estadio y corra el riesgo de terminar así?) 
Fotos tomadas de internet. 

Ya no sucede como hace algunos años, cuando los abuelos llevaban a sus nietos a disfrutar de un partido en familia, pues el miedo se apoderó de los hinchas que prefieren ver los partidos por televisión, o sencillamente alejarse de una práctica deportiva que se convirtió en la casa de los violentos y desadaptados del país. 

Otro punto que no ayuda, es la falta de confianza en quienes manejan el fútbol cafetero. Directivos corruptos, sin vergüenza, que solo quieren enriquecerse a costas de un equipo, son cada vez más populares en el rentado nacional. 


(La corrupción que se está dando en los clubes, genera odio y más violencia) 
Foto Colprensa

Así pues, es preciso decir que los culpables de las pobres taquillas y el poco interés en este deporte en nuestro país no son los cuadros que han ganado su ascenso con trabajo y esfuerzo en la cancha.

Dejemos de lado ese debate y más bien empecemos a pensar qué se puede hacer para cambiar las cosas y que el hincha verdadero, el que va a disfrutar del fútbol como un espectáculo, vuelva a los estadios. 

El cambio está en todos. Hinchas, periodistas, directivos y futbolistas somos los únicos que podemos retomar el rumbo. A los clubes, dejémoslos quietos que los que están en la A es porque hicieron méritos para estar ahí y los que no, fue porque hicieron mal las cosas y les llegó la hora de pagar sus pecados. 

Ojalá, las cosas cambien, aunque a decir verdad, la veo difícil. 



(Mientras estas sigan siendo las imágenes que nos deje el balompié colombiano, será difícil, así los equipos grandes y tradicionales regresen a la A, que la gente vuelva a los estadios)
Fotos Colprensa 

2 comentarios:

  1. Muy buena columna, es cierto, los que queremos un fútbol bueno, lo vemos complicado mientras la violencia esté en él y mientras a los equipos se le use como trampolín electoral.

    ResponderEliminar
  2. Gracias pana. Es que pensándolo bien se habla mucho de que los equipos invadieron la A, pero no se toca el tema de los violentos que es lo que realmente corrió a las familias de los estadios. Saludos.

    ResponderEliminar